jueves, 13 de agosto de 2009

Me lo ofrecieron y lo acepté


Bueno, ya no es un misterio para nadie que la organización en que trabajo reestructurará mi área y ya no seguiré laborando ahí.


Al principio me sentí desorientada, si ya no vendría a la oficina ¿qué haría con todos mis días? Entonces me puse a trazar un plan de contingencia: buscar trabajo en otra empresa y estudiar idiomas (pensé en formalizar con un diploma mis conocimientos del italiano o comenzar a asistir a algún curso de alemán).


Como ya llevo 4 años trabajando aquí, me corresponde una indemnización de un mes de sueldo por cada año trabajado, así es que me puse a planear el destino de esa plata. También tengo fondos en el seguro de cesantía de la AFC, pero no pensaba tocarlos a menos que fuera una real emergencia. Por ese lado no había problema, podía estar tranquila hasta diciembre.


Pero la vida se rió de mí una vez más y me ofrecieron quedarme en mi antiguo puesto en el área internacional por el tiempo que dure un reemplazo de maternidad, lo que significa pega por lo menos hasta febrero del próximo año.


Imagínese querido lector mi sorpresa y posterior confusión: todos mis planes cambiaban nuevamente de la noche a la mañana.


Por supuesto acepté: entre estar en mi casa buscando pega y seguir llenando el currículum. La segunda alternativa me pareció la más atractiva, de modo que acepté sin dudarlo mucho.


Esa es mi situación: actualmente empleada y próximamente cesante (si es que no encuentro un trabajo durante los meses estivales).


A estas alturas y después de sentirme como gato en lavadora con tanta vuelta de tortilla, no me hago ninguna idea de lo que me depara el futuro.


Como dice la canción: "Che Sará, Sará"...

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