Tu lindo pelo me hace soñar despierta. Tanto, que ayer no podía dejar de acariciarlo.
Es tan fino y tan sedoso, que cada delgada hebra parece decirle a mis dedos: "Vengan, los estoy esperando para hacerles sentir mi morbidez" y mis labios y nariz sólo quieren hundirse en su infinita tersura.
Cuando recuerdo las fotografías que me mostraste de la época en que tenías el pelo largo, me dan ganas de retroceder en el tiempo e ir al encuentro de tu frondosa cabellera de adolescente.
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