martes, 14 de octubre de 2008

En el Starbucks con Peta

La cosa es que ayer estuvimos con la Peta en el Starbucks de Ricardo Lyon. Realmente amo los Starbucks, ese ambiente cosmopolita que tienen ¡me mata!!!

Salí de mi rutina, hice una excepción del porte de un buque, no me fui de la pega a la casa directamente un día lunes (últimamente he hecho más excepciones en ese sentido) y lo pasé demasiado bien.

Como mucha gente a la que quiero, veo a la Peta tarde, mal y nunca, y es que el ostracismo me tiene por el cuello todo el rato. Salgo tan raja de la pega, que no me dan ganas de hacer otra cosa que no sea meterme en mi cama con el control remoto y el notebook y eso es algo que las personas que no trabajan 9 horas diarias encerradas en una oficina no pueden entender.

La cosa es que con la Peta somos totalmente distintas, de partida tenemos como 12 años de diferencia, ella es artista y yo una oficinista esclava del sistema, ella la lleva todo el rato, tiene ene onda y yo soy una pernísima, pero por alguna razón misteriosa, nos llevamos la raja, podemos estar horas conversando, nos reímos de las mismas cosas y tenemos una visión de la vida bastante parecida ¡Plop!

Todo esto, me llevó a pensar en las relaciones complementarias. Aquellas en las que ambos son, si no opuestos, muy distintos. En esos casos, uno puede amarse u odiarse, al final lo que decide todo es el feeling, la química, en el fondo, supongo que a eso se refiere la gente cuando usa la expresión "hacer buenas migas".

Pero no basta con eso, las amistades (en su génesis) son sensibles al tiempo y a las circunstancias, hay momentos en la vida en los que estamos más dispuestos a dejar entrar gente a nuestro metro cuadrado y otros en que estamos tan "ocupados" con nuestras pequeñeces, que vemos pasar gente valiosa a nuestro lado y no somos capaces de reconocerla. Incluso esa gente que es "amiguera" y "se hace amiga de todo el mundo" finalmente siempre tiene sólo unos pocos amigos más íntimos que ha hecho en momentos de mayor receptividad.

De hecho, un comercial de Nat Geo mostraba estadísticas de distintos aspectos de la vida de un ser humano, por ejemplo: "pasarás XX horas de tu vida buscando el control remoto" y así. El punto es que en ese comercial había una parte en que mostraban la evolución de la cantidad de amigos a través del tiempo, no me acuerdo de los datos exactos, pero daba como para pensar que "mientras más viejo, menos amigos". Puede ser que eso le pase a la mayoría de las personas porque hacen amigos en la infancia o adolescencia, o en la Universidad y cuando forman una familia los dejan de ver y ya no tienen la capacidad para volver a hacer nuevos amigos al mismo ritmo.

En realidad, cuando uno es adulto ve: a los compañeros de oficina, a la persona (o personas) con la que vive y a las multitudes en lugares públicos como supermercados, bancos, tiendas, etc. El que tiene suerte puede estudiar algún post-grado y conocer compañeros de estudio, pero claramente ello no aplica al común de la gente.

Además, los adultos se ponen paranoicos, juran que el otro "se los quiere cagar" o "algo quiere" tienden a no creer en la entrega gratuita, en todo caso la pérdida de la inocencia es una consecuencia natural del aprendizaje adquirido a través de los años. Tal vez por eso los gringos adultos se apegan tanto a las amistades que hacen en las vacaciones, no están predispuestos como en la casa a desconfiar de la gente. A mí misma me pasa eso, me da terror que me aborden en el centro de Santiago, pero me puedo ir conversando con cualquiera en la micro en el sur de Brasil.

Toda esta cháchara me lleva a dos conclusiones:
1.- Tratar de no ser tan paranoica y desconfiada, y
2.- Tratar de mantener la capacidad de entablar amistades.

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