(escrito el jueves)
Anoche fuimos con el gringo al Liguria de Manuel Montt y ¡lo pasé increíble!!!
Comí helado de miel de ulmo, que me encanta (me gustan todos los helados del Emporio La Rosa) y me reí muchísimo.
Me encanta conversar con él, que me tome las manos y me dé besitos de los cuales se queja porque le dejo la boca brillante, ja, ja, ja, ja.
Cuando manejo a su lado, me desubico, no entiendo nada y tengo que dar mil vueltas antes de poder encontrar mi camino, como se dice: se me va el santo al cielo.
No escucha la radio, no le gusta la música que a mí, ni tampoco es fanático del cine arte, somos tan diferentes en eso...
Y tan parecidos en otras cosas, como que nos encantaría vivir en un departamento en Provi, trabajamos en una oficina y cumplimos un horario, tenemos una carrera universitaria y a veces nos quedamos trabajando hasta la hora del níspero, ja, ja, ja, ja.
Sus ojos son verdes y los míos celestes, me gusta mirarlo a los ojos...
También su voz profunda por teléfono y el hecho de que yo lo mire desde mi pequeñez con admiración.
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