miércoles, 11 de febrero de 2009

La Mayor de las Antillas

Introducción

La tarea de describir mi viaje con el gringo a la isla de Cuba es absolutamente titánica y da para un blog completo. Es casi imposible describir todas las sensaciones, olores y tonalidades percibidos en él y temo que al no incluir algo acá por olvido, ello redunde en que a la larga lo borre de mis recuerdos.

A pesar de todo, he decidido comenzar de una vez por todas con esto dejando los miedos y aprensiones de lado, acojinadas en que siempre puedo agregar palabras a la misma entrada de este blog a medida que vaya recordando. Enjoy!


El Vuelo


Tomamos la tercera opción más económica que se ajustaba a nuestros planes vacacionales, la que incluía pasajes en clase turista vía Copa Airlines, una aerolínea panameña.

El vuelo fue eterno, con una escala de horas en el aeropuerto de Panamá, que tiene un Duty Free no muy conveniente, pero que es muy moderno y cómodo (sólo encontré que el aire acondicionado estaba exageradamente alto).

En la escala aproveché de comprar un par de cosas y escuchamos música compartiendo los audífonos (uno para cada uno). Metallica una vez más endulzó la espera.

Además, nos habían dado asientos separados, por lo que dependíamos de la buena onda ajena para poder sentarnos juntos, lo que se repetía cada vez que nos subíamos a un avión distinto. Por suerte pudimos lograrlo todas las veces, gracias a la amabilidad de las personas.

Ciudad de La Habana

Después de ese largo y absolutamente agotador vuelo, llegamos al hotel Occidental Miramar en La Habana. Se veía bastante bien, pero el cubrecama estaba roto (tenía un pequeño hoyo), el basurero del baño estaba herrumbroso y las rejillas del aire acondicionado tenían varias décadas a su haber o por lo menos así lo parecía. Lo que fue compensado por un estupendo buffet a la hora del desayuno.

Al día siguiente tomamos un city tour por la capital cubana, gracias a que el gringo pudo conseguir de mutuo propio un cupo para la mañana (nos habían dicho que era imposible y nos habían vendido uno para la tarde). Las agencias cubanas son MUY desorganizadas, nos hicieron pasar pésimos ratos y en todo tiene que estar uno, si los dejas solos nada funciona.

Visitamos el Capitolio, la Plaza de la Revolución, el barrio Miramar (que es como Providencia y tiene casonas antiguas muy bonitas convertidas en edificios del gobierno u otros sitios comerciales) y otros lugares, pero lejos lo más interesante para mí fue La Habana Vieja, que posee todas las construcciones coloniales, está siendo restaurada con fondos de la UNESCO y es el MUST de esta ciudad.

Nos hicieron un recorrido por las plazas e iglesias por la mañana y decidimos no tomar el bus de vuelta al hotel, en cambio buscamos un lugar para almorzar y enfilamos hacia La Bodeguita del Medio.

Este último lugar fue decepcionante. Para empezar era como ir a Isidora Goyenechea: totalmente turístico, repleto y "trendy". No tenía música de fondo, nos dieron una mesa en la que cabíamos a duras penas, el baño era sucio (pero no asqueroso), tenías que rezar para que te atendieran y la comida era como "hecha para los gringos", de criolla no tenía nada. Ni hablar de los precios, carísimo.

La comida típica cubana (o por lo menos la que le venden a los turistas) es chancho con batatas, arroz blanco y porotos negros.

En fin, nos quitamos el gusto y estuvimos ahí, pero realmente nos gustó muchísimo más el restaurant La Mina, lo recomiendo ampliamente, la música en vivo le daba ambiente, la comida era deliciosa y abundante, los tragos ricos, el lugar muy espacioso y el personal sumamente amable. Los precios son bastante razonables, considerando que todo lo que se paga en pesos cubanos convertibles está pensado para los turistas.

El resto de La Habana está terriblemente viejo y gastado, hay ropa tendida por todas partes (lo que contribuye a darle un aire de población callampa), los edificios lloran por una mano de pintura y masilla para sus grietas, y las calles son pedazos de pavimento entre los hoyos.

Se me quedan mil detalles en el tintero, que iré agregando poco a poco.

Varadero

La idea de ir a la playa es "ir a la playa" ¿o no? Bueno, nos ha tocado un frente de mal tiempo históricamente frío y con unos vientos bastante poco invitantes. Por lo que nuestras visitas a la playa fueron con ropa y consistieron en caminatas.

De todas formas lo pasamos muy bien, lo que más recuerdo del mal tiempo son los mojitos y las comidas buffet, fieles ayudantes de la acumulación de calorías que nos deleitaron y entretuvieron.

El hotel Iberostar Tainos no es ninguna maravilla, pero tampoco podríamos decir que tuvimos una mala experiencia. Digamos que cumplió con lo justo y necesario.

Tomamos un tour a Cayo Blanco y ese día nos tocó sol unos minutos, pude bañarme a pesar de que el agua estaba fría y se nubló rápidamente. La navegación fue panorámicamente preciosa y el gringo hizo snorkeling, yo no, tenía demasiado frío... como casi siempre.

Realmente Cayo Blanco es paradisíaco, creo que es mi lugar favorito en el mundo, maravilloso incluso nublado y ventoso. Sólo es un pedazo de tierra que se levanta levemente sobre el mar, con arena blanquísima y muy fina, aguas cristalinas (esta vez había muchísimas algas por el mal tiempo) y muchos manglares de un verde precioso.

Estoy feliz de haber podido compartirlo con el gringo, muy feliz.

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