sábado, 27 de diciembre de 2008

La casa del rock y de los blues

Anoche, después de una junta con mis mejores amigas (sólo faltó la Consue), la Caro y yo izamos velas rumbo al House of Rock & Blues que está en Ñuñork.

La expectativa era asistir a una tocata de dos bandas tributo: Sweet Rose (Guns & Roses) y Battery que tocaba música de Metallica.

Sweet Rose era MUY parecida a Guns & Roses, tanto en la personificación de los músicos como en su interpretación, era más parecido a escuchar un CD de Guns & Roses que ir a un concierto de la banda de Axel Rose. Tocaron canciones emblemáticas, como Welcome To The Jungle, Sweet Child O'Mine, November Rain y otras no tan conocidas, pero igualmente musicalmente muy bien interpretadas. El público reaccionó con mucho entusiasmo y se podría decir que había varias mujeres, pero claramente los hombres predominaban.

Battery, la banda tributo a Metallica tenía mucha fuerza, tocaban con todo y el vocalista distaba mucho de tener un tono parecido al de James Hetfield, pero las canciones eran totalmente reconocibles y se escuchaban bien, aunque el bajo se acoplaba un poco y rebotaba por todos lados.

Antes de que empezaran a tocar se fue gente, no mucha, pero se notaba la diferencia y quedaron casi todos los que tenían poleras negras que se lo cabecearon y cantaron todo.

Yo salté como conejo todo el rato y cabeceé hasta decir basta, y - contrariamente a los vaticinios gringuiles - hoy me siento súper bien y no me duele nada, sólo me molesta un poco el cuello y obviamente estoy un poco ronca de tanto cantar y gritar (además del consabido pitido en los oídos que me acompañará todo el día de hoy, como lo hace usualmente). Siempre quise hacer eso, estar entre un público adrenalínico y thrasher, haciendo desorden, moviéndose hacia los lados, subiendo los brazos, dejando salir toda la emoción, perder un poco el control.

Hace tiempo que no sentía tanta libertad, diría desde que fui a Redulce en marzo de este año, dejarse llevar por la música, bailar hasta que ya no puedes estar en pie, no existe nada más que los sonidos y tu cuerpo, pero esta tocata fue mucho más fuerte como experiencia.

El rock (específicamente el thrash) tiene algo primitivo en los sonidos guturales que al retumbar en la caja toráxica provoca reacciones instintivas difíciles de explicar. Como el rugido de un león.

Como la Caro es más popera que rockera, para ella esta fue una experiencia totalmente nueva, sumergirse en una tribu urbana y el sonido potente del rock. Soportó estoicamente toda la segunda parte y concluyó que no le gusta Metallica (no tocaron canciones "escuchables" para personas legas en el tema excepto "Enter Sandman" que es súper "power") lo que es comprensible porque en un lugar tan chico se escuchaba "puro ruido" para alguien que no ha escuchado los discos y no puede reconocer las canciones.

Por mi parte, no podía faltar la cantinflada, el gringo estaba detrás mío y cabeceando me eché para atrás, le pegué un cabezazo y sus anteojos salieron volando. Me quería morir, cómo no tomé en consideración que podía pegarle, por qué no tuve más cuidado, todo el rato me torturo pensando en mi estupidez.

Después de eso me ubiqué o detrás suyo, a su lado o delante a una distancia más que prudente. Todo mal, sus anteojos se enchuecaron, pero afortunadamente cayeron cerca de una mesa, así que no se los pisaron, pero pasamos mucho susto y le dolió la nariz.

Me sentía mal, pésimo, no me quería mover, no quería cantar ni bailar, quería sólo que la tierra me tragara. Creo que me pasan esas cosas por atarantada, es increíble cómo con un gesto en el momento erróneo puede cambiarse la situación en un segundo. Es como un choque de auto, después uno puede analizar las causas, lo que pasó, cómo fue y preguntarse una y otra vez por qué hice esto y no lo otro, pero la cosa ya no tiene remedio, el daño ya está hecho, sólo cabe el arrepentimiento y el remordimiento que te acompaña temporalmente en forma proporcional al tamaño de las consecuencias.

Por suerte en este caso no pasó a mayores y obviamente el gringo le bajó el perfil a la cosa, pero fue un muy mal rato para mí y todavía me siento pésimo.

En fin, balance musical: buenísimo, personal: con rabia por haberla cagado nuevamente.

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