martes, 23 de diciembre de 2008

Crapstmas

La presión para sentirse feliz sí o sí en la Navidad es demasiada para algunos. El otro día una señora lloraba recordando a su marido muerto hace 30 años y dijo que "en estas fechas me pongo así".

¿Por qué mucha gente se deprime mal? Bueno, lógicamente aparte dejaremos las experiencias traumáticas personales (como que mi abuela murió un 24 de diciembre o que a un amigo querido lo patearon en esa misma fecha).

El tema es que conversábamos con un ammigo que la gente anda especialmente sensible y es mejor dejar todas las peleas, reconciliaciones y demases menesteres de las relaciones para el 5 de enero. Así no existe la presión de que "tendremos que pasar el Año Nuevo juntos" o "cómo me hace esto en Navidad", etc.

Bueno, mi teoría es que la situación simplemente nos sobrepasa, estamos todo el año estresadísimos y ahora agregamos al estrés habitual este gigante incontrolable que se vuelve la Navidad.

Gastamos una cantidad de plata increíble en regalos para los niños y nos preparamos para esta "fecha especial" en que se supone que todo debe ser "perfecto": una linda mesa, una comida regia, armonía en la familia, muchos regalos bajo el arbolito y miles de exigencias absurdas por el estilo.

Si las familias se llevan mal todo el año ¿no es ridículo que se fuercen a convivir placenteramente por una noche?

Si ando a patadas con el presupuesto ¿no es absurdo que gaste lo que no tengo sólo porque el comercio lo exige?

Si nunca como como animal en la noche ¿no será una tontera atiborrarme de comida porque así lo demanda esta "fecha especial"? (¡odio esa expresión!!)

El problema de las fiestas de fin de año (como casi de todo lo demás) son las expectativas. Si uno logra dominarlas, está al otro lado, de lo contrario, les auguro dos semanas de correr, acalorarse, sufrir, endeudarse y frustrarse.

Relajarse, hacer lo mínimo ese día, no ceder a las exigencias que pone la televisión en las cabezas de los niños y no sentir la obligación de estar contento me parece que es lo mejor que uno puede hacer.

No les deseo toda clase de bendiciones y felicidades:
1.- Porque no creo en las bendiciones y
2.- Porque no me parece que sea más importante ser feliz el 24 de diciembre que el 10 de enero.

Eso sí, espero que el próximo año no les traiga puras cosas buenas, porque las malas nos ayudan a crecer...

1 comentario:

ignacioredard dijo...

Cierto cierto cierto.

Yo siempre he dicho que la navidad sólo hace daño porque uno crece más rápido de lo que se pueden ajustar sus expectativas de niño. Me explico, a los 20 años yo seguía teniendo las expectativas navideñas de un niño de 6, por lo tanto, la navidad me frustraba.

Hoy por hoy, gracias a le experiencia de tener hermanos nuevecitos de paquete (5 años y 9 meses), la navidad me importa por y para ellos, y para la gente a mi alrededor, porque es una buena excusa para regalar cosas. O para no regalar nada.

Mi cosa favorita: la comida. A diferencia de usted, yo sí como como chancho en la noche, mañana, tarde, madrugada, mediodía... y tengo una mamá que hace quedar mal a Martha Stewart, por lo que las cenas de navidad/cumpleaños/año nuevo/todo siempre son apoteósicas, lindas y vegetarianas. Demás está decir que salgo de acá como bola (mi estado actual, mientras como un dulcecito XD)

besos,

y le deseo un feliz 3 de enero, un feliz 7 de abril, un próspero 4 de mayo, y alegría en todas las fechas de entremedio.